Declaración:

Martes 26 de octubre de 2021

1.- La actividad portuaria de Valparaíso es un pilar fundamental para el comercio exterior de Chile, como también para la economía local y es la fuente de empleos de miles de personas de nuestra ciudad puerto.

2.- Es un imperativo de bien común, como un valor superior que toda sociedad democrática debe demandar y cuidar, que se destierre definitivamente la violencia injustificada, como la que ha sufrido toda la comunidad que opera en el Puerto de Valparaíso, poniendo en peligro real la integridad física y moral de centenares de comerciantes, trabajadores y tripulantes, cuya dignidad ha sido seriamente menoscabada.

3.- Valparaíso hace un esfuerzo diario por superar sus dificultades. El Puerto de Valparaíso es no sólo el presente económico más relevante de la ciudad, sino que tiene proyectado hacer una colaboración más estrecha con todas las demás vocaciones, especialmente la turística. Se hacen esfuerzos enormes para promover a Valparaíso como un destino seguro, para futuros pasajeros y nuevos servicios navieros. Lo que se ha tejido laboriosamente por meses se dilapida en un momento de furia irracional, que no pondera la gravedad de los riesgos que supone alterar la seguridad de una operación portuaria en plena ejecución.

4.- Ninguna persona investida de autoridad, cualquiera sea el origen de su mandato, puede omitir condenar la violencia y llamar a terminarla de inmediato. Nunca será legítima, y menos cuando es parte de un proceso de negociación que por meses lleva adelante un grupo de personas con las autoridades sectoriales de gobierno, que deberán encontrar una solución, o bien, someterse al imperio de lo que resuelvan los tribunales, cuya tutela se ha recabado en acciones actualmente en tramitación.

5.- Asegurando la paz, y el pleno respeto a la ley que es la base de una convivencia justa, cualquier petición que se justifique adecuadamente deberá ser escuchada por quienes tienen el deber de recibirla con oportunidad y de contestarla adecuada y fundadamente.

6.- Es la hora de la sensatez y la racionalidad, sin las cuales no prevalecerán soluciones justas y equitativas.